La recuperación de tradiciones ha sido y es, uno de los primordiales objetivos de esta Asociación. Nos sentimos especialmente orgullosos de la recuperación y del impulso que hemos realizado en esta conmemoración, agradeciendo a nuestros paisanos su beneplácito y su participación masiva en la fiesta.
La Candelaria es una de las tradiciones que a punto estuvo de desaparecer en Puertollano. Los más ancianos recordaban con pasión esta celebración en la que en cada barrio, en cada esquina se festejaba, iluminando a Puertollano bajo el fuego catártico. Sus orígenes más ancestrales nos adentran en las primitivas creencias de adoración al fuego, como elemento purificador y divino.
A lo largo de la historia, la iglesia católica ha cristianizado todos los ritos, creencias ancestrales y costumbres paganas, configurándose, por tanto, las distintas celebraciones religiosas del ciclo anual actual. Esta conmemoración, forma parte de los llamados santos de invierno y se celebra el día 2 de Febrero bajo la advocación de la Virgen de la Candelaria. Las vísperas, el día 1, se celebran la candela en su honor. Esta celebración evoca la presentación de Jesús en el Templo y la Purificación de la Virgen según requería la ley judía.
La leña de la hoguera procedía de la poda de los árboles y del olivar, aunque subyacía la idea de destruir todos los enseres viejos y prendas inservibles para comenzar el nuevo ciclo agrícola sin malas influencias y purificando, así, las cosechas venideras y la vida familiar. La lumbre se prendía al anochecer, al regreso de los hombres del trabajo.
Las hogueras se encendían en entornos muy próximos; era frecuente que en Puertollano ardieran un número importante de ellas. Este hecho destaca el afán de las familias de purificar el entorno más próximo de cada una de ellas. En las brasas de la lumbre se compartían las viandas, generalmente productos de la matanza y patatas, que se regaban con buen vino y limoná.
Era costumbre bailar los tradicionales corros alrededor del fuego para ahuyentar los malos espíritus. Concluía la juerga bien entrada la madrugada, se recogían las brasas de la lumbre para los braseros y las mujeres aseaban la calle para retornar a la actividad cotidiana del día siguiente.
Nos sentimos orgullosos de haber ayudado a que esta fiesta recobre todo su esplendor y que conserve todos los elementos tradicionales que acabamos de referir. De nuevo invitamos a todos nuestros vecinos y visitantes, a que disfruten con nosotros de esta popular celebración.
